el patriarcado capitalista alienta y se apoya en lo que se ha venido a denominar la ciencia moderna y el concepto de desarrollo que ensalza. Si bien se pretende que este último sea entendido como universal, objetivo y neutral al género, este modelo de desarrollo se desvela como un proyecto que sirve a los intereses masculinos y occidentales. O, dicho de otro modo, es un proyecto cuyo éxito se levanta sobre la subyugación de las mujeres y los pueblos no occidentales. Y, dirá Shiva, de la propia Madre Tierra. Este desarrollo es, en realidad, un «mal desarrollo» (1995: 33), porque es violento y genera violencia. Se emplea la violencia porque, al hacerlo, se obtiene una sensación de control, de dominio, explica. De poder. Sin embargo, la violencia no otorga el control, «más bien muestra que el sistema se está volviendo incontrolable» (1995: 211). Además, deja un rastro: población desposeída de sus tierras, aumento no solo de los casos de violencia contra las mujeres, sino también de su brutalidad, campesinado endeudado, tierras yermas, extinción de especies, daños irreversibles para la salud.