Aunque garantizar el cumplimiento de los derechos humanos en cada nación es una decisión política, su práctica depende en gran medida de la dinámica psicosocial marcada por un entorno cultural. La protección de los derechos humanos no depende únicamente del diseño jurídico de normas, del consenso político favorable, o de las formas de control existentes, sino también del sentido que los pueblos les dan a los principios inherentes a cada derecho y cómo éstos se realizan en lo cotidiano.