Kora no se imaginaba lo que encontraría a su llegada al campamento de aquellas mujeres, supervivientes de la involución de la sociedad. Lideradas por Ivy y Joanne, aquellas a las que en la urbe llamaban “las insurrectas”, habían formado un grupo con normas propias donde ella quería encajar de alguna manera, aunque en el fondo supiera que no era el mejor camino. Las leyes opresoras de las que huían habían infligido en aquellas mujeres muchas cicatrices, algunas más visibles que otras. Pero era Ivy quien más se escondía tras el dolor y el rencor hacia los hombres que le producía aquella marca que desfiguraba su rostro. ¿Cómo demostrarle que el mundo podía ser un lugar mejor? ¿Cómo romper la barrera de su cicatriz? ¿Sería suficiente encajar entre las insurrectas para conseguir el cambio definitivo que devolvería a las mujeres su lugar?
La autora tenía en la cabeza el germen del personaje de Ivy desde hacía varios años, tras comenzar a leer sobre feminismo y descubrir lo equivocada que había estado con respecto a lo que significa, pero no daba con una trama que la convenciera. Pasó bastante tiempo hasta que decidió sentarse a escribir sin más y enlazar todas aquellas ideas. Con Las insurrectas: cicatrices quería dar un giro a su estilo y a la temática habitual de sus novelas.