Todo el mundo invoca el espacio público. Hace ya muchos años, algunos teóricos de la política diagnosticaron su eclipse. Hoy están los que dicen que ya no es lo que era y quienes afirman que nunca fue. Otros (los más confiados) auspician su fortalecimiento. Algunos lo consideran sinónimo de vida pública; otros, condición de civilidad. Casi todos lo reivindican como un concepto central de cualquier aspiración democrática. Sin embargo, al intentar hablar de espacio público nos encontramos ante una primera dificultad: lo público a que hace referencia el adjetivo parece poder decirse de varias maneras. En todas estas invocaciones, ¿estamos hablando de lo mismo?