En magnolios, el primer libro de Victoria Ramírez, las cenizas que se acumulan en los techos durante una mudanza terminan relacionándose con los quemados «por voluntad propia» en la Posta Central; no vemos el fuego, sino sus efectos, así como la memoria familiar no es un relato cerrado, sino que está siempre en construcción a partir de imágenes: los anillos que le estorban a una abuela para caminar por la arena, el remedio que se le suministra a otro niño por error o la última foto de los padres juntos. El conjunto se abre a temas como el desarraigo, el tránsito y el cuestionamiento sobre la maternidad. Los escenarios del sur donde se sitúan algunos de estos cuarenta poemas —Hueyusca, Río Bueno— son parte de un entorno que afecta a quien recuerda y observa: «en la noche los cactus se abrieron / una incisión dejó corriendo agua fresca / el perfume de la clorofila inundó / los cuerpos que amábamos».