Mientras sacaban al recién nacido del agua y lo entregaban a la madre, Marco Carrera se sorprendió midiendo de nuevo su vida por el rasero que era la formidable experiencia que estaba viviendo, asombrado del bienestar que sentía en un momento como aquel, que solo recordaba lleno de dolor, gritos y sangre, y se preguntó por qué el parto en el agua se practicaba tan poco, por qué no lo hacían todas. Observó callado, para grabárselo en la memoria, el momento en que Miraijin respiraba tranquilamente por primera vez, lanzaba el primer vagido, abría por primera vez los ojos (almendrados), y no reparó en que era una niña. Lo supo poco después por la voz de Adele, por las primeras palabras que pronunció, metidos aún todos en la bañera, apretando ella a la niña contra sí y con una expresión de satisfacción que todos los padres tendrían que ver al menos una vez en la cara de sus hijos: «¿Ves, papá? Empezamos bien. El Hombre del Futuro es una mujer.»