—Ya sabes que no leo novelas —dijo ella, y, procurando ponerse a tono con su humor de broma, continuó—: Además, tú mismo me has dicho muchas veces que no hay cosa más ridicula en el matrimonio que estar enamorados uno de otro.
—¡Maldita sea! ¡La cantidad de majaderías que yo he dicho! —replicó Rhett de mal humor, levantándose.