Nuestra «posibilidad», en cambio, se basa en algunas pocas constantes que están predeterminadas por nuestra organización (como deseo, miedo, amor, odio), que es imprevisible y se manifiesta como algo siempre nuevo únicamente por las apelaciones y exigencias que se dirigen a ella. Eso ocurre la mayoría de las veces en la reciprocidad de la comunicación, donde se esconden las verdaderas sorpresas acerca de lo que es el espíritu o el alma.