«Vivimos en un país donde nos han enseñado a creer que todas las verdades son sencillas», se decía Wallander. «Y que la verdad es una e indivisible. Todo nuestro sistema de derechos descansa sobre esa base. Ahora estoy empezando a comprender que quizá la realidad indique todo lo contrario, que la verdad es complicada, versátil y paradójica. Sin embargo, en la mentira todo es o blanco o negro. Si el concepto del ser humano, de la vida humana, es irrespetuoso y despreciativo, la verdad tendrá un color muy distinto al que mostraría en caso de que la vida se entienda como un derecho inviolable».