La imagen lógica proporciona, a manera de configuración, la forma lógica, esto es, aquello que toda imagen, cualquiera que sea, debe tener en común con la realidad para poderla configurar (cfr. Tractatus, 2.18).
El pensamiento se configura, por tanto, como la imagen lógica de hechos, mientras que la proposición es el modo en el cual aquél se expresa sensiblemente.