Cristiano vive en una casa junto al mar en un paraje solitario. Un espeso seto vivo y un candado enorme le dan la ilusión de estar aislado del mundo.
Solo Ghiana, la campesina que le lleva huevos, leche y gallinas, tiene permiso para abrir el candado y franquear el seto. Cristiano está atado a ella por un amor infantil que, sin embargo, se vuelve violento y posesivo cada vez que se unen sexualmente. Como en un rito, Cristiano solo paga por las gallinas después de haberla poseído.
El pequeño paraíso arcaico se ve perturbado por unos albañiles, que llegan para construir una casa a pocos pasos de allí. Cristiano los evita, como después evitará a sus nuevos vecinos. Pero al poco tiempo y sin darse cuenta se enamora de la figura lánguida y frágil de Sarina y busca un encuentro.
Cuando la relación avanza, Ghiana, que conoce el triste secreto que lo acompaña, le confiesa que está esperando un hijo suyo.