Era el gran Montezuma de edad de hasta cuarenta años y de buena estatura e bien proporcionado, e cenceño, e pocas carnes, y la color ni muy moreno, sino propia color e matiz de indio, y traía los cabellos no muy largos, sino cuanto le cubrían las orejas, e pocas barbas prietas e bien puestas e ralas, y el rostro algo largo e alegre, e los ojos de buena manera, e mostraba en su persona, en el mirar, por un cabo amor e cuando era menester gravedad; era muy polido e limpio, bañábase cada día una vez, a la tarde