Para empezar, levantarse en medio de ese silencio es algo muy íntimo. Es mi momento del día de quietud, para cultivar ese silencio tan necesario. Puedo meditar, hago mis ejercicios para cultivar mi energía sexual (luego te cuento), a veces voy al gimnasio, a veces ordeno la casa (sí, mi momento de fregar los platos suele ser a las siete de la mañana), desayuno como una reina, y organizo el día, dándome tiempo para responder mails y WhatsApps acumulados.¡A las diez de la mañana ya he vivido media vida! ¡Es una maravilla!