Estoy en casa de una amiga al momento de recibir la llamada, y sobre el espejo de ese baño ajeno pongo las manos para ahogar un grito. Estar esperando es el término que mejor describe el embarazo: la dicha se mezcla con la expectación constante de las películas de fantasmas, cuando el personaje principal camina a tientas por un pasillo oscuro esperando a que un espanto le salte desde el techo. El miedo se convierte en el único lenguaje que soy capaz de hablar.