Difiero en este punto del estudioso alemán, pues un análisis más fino de esta situación narrativa en primera persona nos revela un desdoblamiento del sujeto que acusa un grado de complejidad aún mayor que en la situación narrativa figural.3 Cierto es que ese yo que identifica al sujeto de la enunciación es ontológicamente el mismo que el yo cuyas vicisitudes narra. Pero aun cuando el sujeto sea la misma “persona”, narrativamente se desdobla en sujeto y objeto:4 en tanto yo-que-narra, el sujeto se toma a sí mismo en el pasado como objeto de su acto narrativo, y ambas funciones, vocal y diegética, lo escinden y lo colocan en distintos mundos: el yo-que-narra, qua narrador, opera en un mundo que ya no es el mundo narrado. El yo-que-narra habita el mundo del acto de narrar, mientras que el yo-narrado habita el mundo de acción humana que va construyendo la narración. De ahí que el narrador en primera persona pueda asumir o bien su propia perspectiva como narrador y en el momento de la narración, o bien una perspectiva que bien podríamos llamar autofigural, ajustándose a las restricciones