Yo, mediador(a)

Así debiésemos concebir nuestra actuación mediadora en el marco de la lectura guiada: proveer de ayudas para «ver mejor» aquel paisaje tan vasto que nos ofrece la literatura.

la necesidad de incorporar la lectura íntegra de obras completas

Por su parte, los textos como «soporte de aprendizaje» encontrarán su espacio natural en situaciones de lectura guiada, en las cuales se trabaja con dispositivos de acompañamiento y problematización de las obras que, generalmente, devienen instancias de debate interpretativo en las que se confrontan interpretaciones y se construye en forma colectiva el significado global de lo leído. Huelga decir que mientras para el primer tipo de situaciones lo central será la diversidad del corpus, para el segundo será la elección de textos resistentes, cuyas dificultades sean productoras de sentido y hagan avanzar, así, a los alumnos en itinerarios de complejidad lectora.

En esa línea, y siguiendo a Tauveron (2002), resulta clarificador diferenciar entre dos tipos de lectura que debiesen tener cabida en la escuela: unas «gratuitas» y otras como «soporte de aprendizajes».

En ese marco, la primera condición para construir un canon formativo es la diversidad.

corpus importa (Colomer, 2002a), pues de él dependen el itinerario de aprendizaje literario que se promueva en las aulas y el tipo de hábito lector y de prácticas de lectura que los alumnos habrán construido al salir de ellas.

La delimitación del corpus conforma, pues, uno de los principales problemas para una didáctica de la literatura que en las últimas décadas ha mezclado de múltiples maneras las obras del canon clásico y las antologías de literaturas nacionales, la literatura infantil y juvenil, las paraliteraturas y los textos funcionales.

Esto pone en juego un objetivo orientado no solo a desarrollar competencias de lectura, sino también a colaborar en la progresiva construcción de aquellas actitudes y comportamientos que definen la relación de un lector con la cultura escrita, y con el sistema de producción y circulación en el que esta se inscribe.

entre sí los textos en el sistema literario.

redefinir la educación literaria desde la asunción de tres tipos de interacción: entre el lector y el texto, entre el lector y otros lectores, y entre el texto y otros textos. Podríamos pensarlo así: si las líneas de progreso nos aportaban una hoja de ruta con aquellos caminos que debiera transitar la formación escolar del lector literario, esta triple relación parece marcar el tipo de experiencias que habría de incluir ese viaje. En efecto, tener presentes estos tres tipos de interacción nos permite organizar una actuación mediadora focalizada a la vez en el proceso interno del lector en la construcción de sentido, en los espacios de socialización que deben acompañar esas lecturas y en el aprendizaje de las múltiples formas de diálogo que mantienen