Asomarse a una colección de cartas despierta la experiencia de la intromisión en una zona privada, impregnada de los secretos inescrutables de una relación entre otros. Cuando las cartas son antiguas, las figuras señeras de la tradición se dan cita en espacios dislocados, lejos de los papeles que les conocemos y, sobre todo, desprovistos del control de autores de sus obras al que estamos habituados. Miluno ofrece esta traducción anotada de Claudia Mársico que revive el modo en que la Antigüedad concibió las relaciones entre el grupo nutrido y variopinto de figuras que rodearon a Sócrates tejiendo entre ellos amistades y recelos duraderos a través de sus peripecias en el juego fundacional de la filosofía. La vida cotidiana en Atenas, en las ciudades que albergaron al grupo disperso tras la muerte del maestro y la vida en la corte de los monarcas de Siracusa traza en formato epistolar un retrato vívido del grupo que signó la historia intelectual de Occidente.