Hitler, por el contrario, solía entrelazar las manos a la altura de los genitales cuando estaba de pie, una posición que lo mantenía a la defensiva y que denotaba a una persona absolutamente insegura.
Los gestos delatores de las personas están por todas partes y han recorrido la historia de la humanidad. Cada postura que se adopta, aunque parezca imperceptible, cada expresión de la cara, es un reflejo de los pensamientos y sentimientos de una persona