Benedicto XV es el papa de la paz. Su pontificado se ubica en el contexto de turbulencia político y cultural de la primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa. Desde las heladas trincheras de la Gran Guerra hasta las calles encendidas de Petrogrado, el Papa difunde con valentía su mensaje de reconciliación.
El panorama de su pontificado está marcado por el escepticismo, el dolor y la desesperanza. Frente al cuestionamiento generalizado sobre la posibilidad de conocer verdades objetivas que orienten el orden moral, la Santa Sede se ofrece como autoridad moral para conciliar a las naciones y ofrecer una visión sobrenatural de la vida. Frente al dolor y la desesperanza, el Papa recuerda los principios cristianos y la misión de la Iglesia: curar las heridas de la humanidad con caridad, siendo heredera del espíritu de Jesucristo.