Un país de 25 millones no sería reconstruido como era antes de la guerra; sería borrado, desaparecido. En su lugar aparecería una deslumbrante sala de exposiciones para las políticas del laissez-faire, una utopía como el mundo jamás había visto. Cada medida política que liberara a las corporaciones multinacionales a perseguir su búsqueda de ganancias sería puesta en marcha