negociáis, si no aceptáis que Palestina tiene que ser, perderéis, no importa cuánto tiempo pase, perderéis. ¿Sabes por qué? Porque vuestras armas nunca serán suficientemente poderosas para vencer nuestra determinación para recuperar lo que es nuestro, porque cada piedra lanzada por nuestros hijos os hace más débiles, porque habéis dejado de ser David, porque continuáis estando solos, porque vuestros sufrimientos del pasado no pueden borrar el nuestro. Pero, sobre todo, porque ya habéis perdido el alma».