El camino de las lágrimas

Hay acciones en la vida de uno que dejan huellas en la vida de otros —explicó el viejo—, las acciones que contribuyen al desarrollo de los demás quedan marcadas como huellas doradas...

Este camino señala que debemos renunciar a lo que ya no está, y que eso es madurar.

Y la más difícil de aceptar (por lo menos para mí), aunque no por difícil menos cierta:
• que somos absolutamente incapaces de poder ofrecer a nuestros seres queridos la protección que quisiéramos contra todo peligro, contra cualquier dolor, contra las frustraciones, contra el tiempo perdido, contra la vejez y contra la muerte.

Una de las cosas que he aprendido es que pensar, por ejemplo, en la muerte de un ser querido es una cosa para quien lo ha vivido y otra para quien solamente habla de ello.

Lo que quedó atrás en el pasado ya no está aquí, ni siquiera, repito, ni siquiera si sigue estando... (?)

Los duelos… duelen.
Y no se puede evitar que duela.

Las personas podían decidir irse, no necesariamente morirse, simplemente no estar en mi vida.

No vivimos en la realidad

sino en nuestra imagen de ella.

Los duelos… duelen.

Y no se puede evitar que duela.

Por supuesto que no es lo mismo que alguien se vaya a que ese alguien se muera.