Desgraciadamente, me parece que esta es una batalla perdida. A nivel económico, China es ya hoy, con diferencia, la primera potencia económica del planeta. Su influencia política, nefasta, va a ir creciendo poco a poco, de una manera, desde luego, más sutil que la que han utilizado los norteamericanos en los últimos ochenta años, pero probablemente su ascendiente acabe siendo mucho más grande. Pues su ventaja es que no quieren convencernos de ninguna idea, ni siquiera defienden ideología alguna, son simplemente el capitalismo personificado en un Estado. Por eso encontrarán menos resistencias, por eso poco a poco se oirán más voces que hablen de la eficacia asiática, porque en un mundo en el que el mercado no encuentra el freno de la filosofía, de las grandes ideas, la partida para la libertad humana está perdida. Nos hallamos ante el fin de la historia de lo político, porque toda teoría política es inevitablemente, en el fondo, teología política. Por eso, insisto una vez más: sin trascendencia, lo político queda reducido a nada.