—Si tienes tanto miedo de la vaca —dijo una voz—, ¿por qué no saltas la valla?
Se detuvo cuando ya estaba en el aire, como en una toma televisiva a cámara lenta, y se volvió, casi perdiendo el equilibrio, para mirar a su interrogador, que estaba sentado en la valla más próxima a la casa de los Perkins, con las piernas morenas y desnudas colgando. Quienquiera que fuese tenía el cabello castaño, muy corto, con puntas aquí y allá, y llevaba puesta una especie de camiseta azul con unos vaqueros desteñidos cortados por encima de las rodillas. Realmente, no se podía saber si era un chico o una chica.
—Hola —dijo él o ella, señalando con la cabeza la vieja casa de los Perkins—. Acabamos de instalarnos.
Jess se quedó quieto donde estaba, mirando fijamente.
Él o ella se deslizó para bajar de la valla y caminó hacia él.
—Creo que estaría bien que nos hiciéramos amigos —dijo—. No hay nadie más por aquí cerca.
Era una chica, decidió. Sin duda era una chica, pero no podría saber explicar por qué se sintió tan seguro de repente. Era más o menos de su misma estatura, aunque cuando la tuvo más cerca descubrió con satisfacción que no era tan alta.
—Me llamo Leslie Burke.
Para colmo tenía uno de esos estúpidos nombres que valen tanto para chicos como para chicas.
—¿Ocurre algo?
—¿Qué?
—Que si ocurre algo.
—Sí. No. —Señaló con el pulgar hacia su casa y luego se apartó el cabello de la frente—. Jess Aarons. (Qué lástima que la niña de May Belle no fuera del tamaño adecuado). Bueno, bueno. —Hizo un movimiento con la cabeza—. Hasta luego. —Volvió hacia su casa. Ya no podía correr más esa mañana. Mejor sería que ordeñara a Miss Bessie para quitarse aquello de encima.
Te amo mi niña hermosa 💗