Conmovedor. Una aproximación laica, íntima y franca a la muerte. La autora cuenta sus últimos días de vida y hace un repaso de su historia personal y la de sus padres, cuestiona el afán médico por extender la vida artificialmente, la falta de empatía con quien va a morir y como la enfermedad se convierte en metáfora y envuelve a todo el ser que se irá, como dice Susan Sontag.
Me pareció un texto valiente. Con fuerzas escasas y literalmente en el umbral de la muerte, la autora encuentra la forma de transmitirnos su dolor físico y moral, su angustia, pero especialmente la plenitud de su vida.
Se agradece la ausencia del silencio trágico e incómodo que la modernidad nos ha impuesto sobre la muerte.