En el interín, ¿qué le queda al viejo en la casa de la playa sino pasear entre las lavanderas y las gaviotas una tarde, y pararse un rato, absorto, en la soledad de fines del otoño, y después internarse sin fanfarria en el mar?
En el interín, ¿qué le queda al viejo en la casa del cementerio sino detenerse una tarde ante la ventana de siempre, y contemplar un rato, absorto, las hileras de piedra blanca y quieta más allá del vidrio, y después ir sin fanfarria hacia el gas?