Mientras que Platón sostiene el Timeo y apunta al cielo con su índice, el Estagirita sostiene una Ética y dirige la palma de su mano hacia la tierra; así plasmó el artista la visión del mundo defendida por los dos filósofos, una visión contrapuesta pero en cierto sentido complementaria. Sin embargo, Rafael no se detuvo ahí, sino que quiso encerrar en su gran fresco —de casi ocho metros de longitud por cinco de altura— gran parte del universo de la Antigüedad clásica, fuente de admiración e inspiración para los artistas y hombres de ciencia del Renacimiento