Cuando me despedí de Islandia se me hizo adentro una isla. Quise vivir en una isla. Ser isla. Sentir el borde del agua moviéndose ondulante alrededor de todo mi cuerpo. Jugar a que estoy sola, aislada, sabiendo que es mentira, que el agua no es el vacío, que no estoy flotando sin rumbo sino que estoy conectada con todo siempre por debajo de la superficie, que todo está junto, que el agua juega a esconder que somos una sola cosa,