Veo lo mucho que te esfuerzas por intentar manejar tu corazón, y sé que deseas vivir sin dolor interior y sin sufrimientos. Te pido que des un paso más cerca de tu Padre celestial: clama a mí cuando estés sufriendo. Permíteme sanarte. ¿Recuerdas a mi elegido, el rey David? Él clamó a mí en medio de sus temores, desilusiones y pecado, y yo le respondí. Tú también has sido elegida por mí, y eres mi hija, así que está bien que llores. Yo no espero que simules que el dolor no es real. La verdad y las lágrimas son las que te llevarán a la libertad que yo quiero que conozcas. Ahora suelta esa parte de tu corazón que solo yo puedo sanar. Permite que tu papá celestial te abrace mientras lloras.
Con amor,
Tu Rey y el que seca todas tus lágrimas