Otra de las características de la fe de Rahab era la fe en la liberación de Dios. El versículo 10 que dice: «Porque hemos oído que Jehová hizo secar las aguas del Mar Rojo delante de vosotros cuando salisteis de Egipto, y lo que habéis hecho a los dos reyes de los amorreos que estaban al otro lado del Jordán, a Sehón y a Og, a los cuales habéis destruido».
A Rahab le habían contado la historia de que Dios había abierto el Mar Rojo delante del pueblo de Israel. Aunque no era su Dios, ella sabía que ese Dios nunca abandonaría a su pueblo. Ella conocía que ese Dios nunca dejaba a su pueblo a merced del enemigo, que siempre llevaba liberación a su pueblo.
Ella sabía lo que Dios había hecho cuando el pueblo estaba atrapado entre el Mar Rojo y Egipto, y los enemigos a sus espaldas, por eso ella declaró: «Este es el Dios de la liberación, el que libera, el que redime».
La palabra «redimir» significa «liberar». Cada vez que su pueblo está atrapado Dios siempre tiene una salida, nunca los abandona.
El mensaje que Rahab nos enseña es que debemos confiar en el Dios que libera. No importa cuán difícil sea su situación, Dios nunca llega tarde, siempre llega a tiempo. He vivido mucho tiempo por fe y puedo asegurar que este Dios nunca llega tarde ni temprano, él llega justo a tiempo para llevarse la gloria y la honra. Entonces, después de que haya ocurrido lo que esperaba, no diremos: «¡Qué suerte!, ¡Qué cosa maravillosa!, sucedió por mi sabiduría», sino que Dios se llevará la gloria y la honra.
Si alguna vez en la vida se siente acorralado, entre la espada y la pared, y cree que no hay más salida, entonces la fuerza del Dios que liberta aparecerá sobre usted. Habacuc dijo:
«Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación» (3:17-18).
Pero la versión Edwin Santiago dice: «Aunque no tenga leche en la nevera, aunque no tenga gasolina en el auto, aunque no tenga dinero en la cuenta bancaria, aunque falte el producto del olivo, y todo me falte, yo me alegraré y me gozaré en el Dios de mi salvación, de mi liberación, de mi redención».
Él es el Dios que libera, el que rompe las cadenas, el que nunca abandona a su pueblo. Él nunca lo dejará, por más difícil que parezca su situación. Aun cuando usted camine sobre las aguas y por quitar la mirada de él empiece a hundirse, su mano lo sostendrá, no lo dejará solo.