La vegetariana

Tengo algo atascado en la boca del estómago. No sé qué es. Siempre está ahí. Ahora siento esa pesada masa a todas horas aunque no lleve el sujetador. Por más que respiro profundamente, no se me aligera el pecho.
Son gritos, alaridos apretujados, que se han atascado allí.

Por una vez, una sola vez, quisiera gritar con todas mis fuerzas. Quisiera salir corriendo por la oscura ventana. ¿Entonces podré desembarazarme de esa masa que me obstruye el pecho? ¿Será eso posible?

Comparada con su mujer quizá fuera menos bonita, pero se podía sentir en ella la fuerza de un árbol silvestre y sin podar.

Nada de lo que había allí era suyo. Del mismo modo que su vida no había sido nunca su vida.

No escribo respuestas, simplemente me afano por redondear las preguntas, trato de permanecer mucho tiempo dentro de ellas.

si su marido y Yeonghye no hubieran cruzado los límites de ese modo, si no hubieran hecho que todo se desmoronara como una montaña de arena, seguramente la persona que se hubiera derrumbado habría sido ella misma

—¡Tonta! ¡Tonta…! —repite una y otra vez con los labios temblorosos, mojándose la cara en el lavabo—. Tu propio cuerpo es lo único a lo que le puedes hacer daño. Es lo único con lo que puedes hacer lo que quieres. Pero ni eso te dejan hacer.

¿Había llegado a conocer verdaderamente a su marido, envuelto siempre en un silencio impenetrable?

Siempre había trabajado con total libertad, así que nunca había tenido conciencia cabal de que quizá no dispusiera de una libertad ilimitada para trabajar.

. Era cierto. No había vivido realmente. Desde que tenía uso de razón, no había hecho otra cosa que aguantar. Se creía un ser humano bueno y nunca le había hecho daño a nadie.