Encrucijada no tiene magistrado; no lo necesita. La guarnición de la villa, dirigida por la centurión Órdube Demáquera Lequetia, es más que suficiente para resolver cualquier conflicto que pueda surgir. De ahí la sorpresa de Lequetia cuando una noche el optio Árgulo la informa de que la casa del magistrado está ocupada. Minutos más tarde conocerá a Árgida Intrubio Polio, patricio de Urbe que acaba de ser nombrado magistrado de Encrucijada.
Antes de que la centurión tenga tiempo de digerir lo que está pasando, recibe aviso de una muerte violenta en el cercano cenobio. El magistrado se enfrascará enseguida en la investigación del asesinato acompañado de Lequetia, quien no tarda en quedar asombrada ante sus extraordinarias capacidades deductivas.
Más intrigante que el asesinato que investigan juntos es la personalidad de Polio y el que alguien como él, un patricio, haya acabado como magistrado en una villa anodina y carente de importancia.
En Encrucijada, Rodolfo Martínez se adentra con pulso firme en el terreno del policiaco costumbrista… con la curiosa circunstancia de que en este caso, la sociedad que se analiza es un lugar irreal, una suerte de Roma ficticia por la que transitan personajes a cual más variopinto.