entonces las tardes eternas se convirtieron en pestañeos de aire antes de perder la consciencia cada noche. El clima cambió, el verano se instaló y ahora solo existen tres semanas de frío y todo lo demás es sudar y sudar, esperando que del cielo se caiga el sol y acabe, por fin, con todo lo malo que hemos hecho, generación tras generación. De pronto ya soy adulta y la vida me empuja por donde no quiero.