Leer es dar sentido al empeño de tantas maestras y bibliotecarios, de ilusos y soñadoras de nuevos mundos, de incontables Sherezades y Quijotes, de nuestros abuelos y bisabuelas que, en un país hundido en la posguerra, anhelaron mejores oportunidades para nosotros. Nos querían más inteligentes, más aladas, más lectores, más viajeras, más libres que ellos. Los libros son albergues de la memoria, espejos donde mirarnos para poder parecernos más a lo que deseamos ser. Estos frágiles universos son nuestra fuerza.