No soy transparente como el cristal. Además, y sobre todo, me falta ánimo para trabajar. Y no es justo. Tengo tanto que hacer y hago tan poco. No hay sino ver los cuentos que esperan y esperan en el umbral. ¿Por qué no dejarlos entrar? Y su lugar sería ocupado por otros que están al acecho tras ellos, aguardando una oportunidad.
Al día siguiente. Sin embargo, aquí tenemos, por ejemplo, esta mañana. No tengo ganas de escribir nada. Resulta pesado, tedioso, necio. Los cuentos me parecen irreales, creo que no valen la pena. ¿No quiero escribir? Quiero vivir. ¿Qué es lo que quiero decir con esto? No es cosa fácil de explicar. Mas así es.
21 de agosto. Todo esto que yo escribo, todo esto que yo soy, está como quien dice a la orilla del mar. Es una especie de juego en el que quisiera poner todas mis energías; pero en cierto modo no puedo hacerlo.