José es un niño tacorontero que, en la primera década del pasado siglo XX, accede al Instituto Provincial de Canarias -el primer centro docente de Enseñanza Secundaria del Archipiélago— para cursar el Bachillerato. Al finalizar este de forma brillante, viendo que Tenerife carecía de Universidad en la que poder continuar sus estudios, se traslada a Madrid para matricularse de la carrera de Ingeniería Industrial.
Al llegar a la capital de España en tren desde Cádiz, toma conciencia del abismo existente entre Tenerife -en donde apenas comienza a instalarse la luz eléctrica, el agua corriente, el teléfono…— y aquella ciudad llena de adelantos. En Madrid se hospeda, primeramente, en un hostal de la Calle Romanones, donde entra en contacto con el ambiente más popular de la urbe.
En La Residencia de Estudiantes. José, será uno de los primeros estudiantes canarios en habitar uno de aquellos “hotelitos” que La Junta para la Ampliación de Estudios había concebido como un proyecto complementario a la enseñanza universitaria, deficitaria en el país por aquel entonces.
En la Residencia se relaciona con lo más granado de la intelectualidad de la época -literatos, científicos, músicos y librepensadores…— que frecuentan la Institución hasta que el franquismo la desmantelara años más tarde.
La imperiosa necesidad de ampliar sus estudios hace que el protagonista viaje a Lieja para matricularse en su prestigiosa Universidad. Cuando la vida parece sonreírle, ocurre un inesperado desenlace, casi simultáneo en el tiempo con el estallido de la Primera Guerra Mundial.
La novela, basada en un hecho real, se hilvana con acontecimientos históricos que se van sucediendo, en Tenerife, en Madrid y en Bélgica, así como, con una historia de amor que ocurre en la distancia.