llegado a la conclusión de que la más profunda diferencia entre los hombres y las mujeres es que mientras ellas continúan siendo un misterio para los hombres, nosotros no lo somos en absoluto para ellas: somos niños a los que se soporta o se educa, a los que se quiere o se engaña, pero jamás encarnaremos un verdadero misterio a sus ojos.