Nos encontramos transitando una etapa de cambios de paradigmas sociales; hoy somos más conscientes de las desigualdades, nuestra mirada sobre el mundo es diferente, y esto se refleja en los productos culturales que consumimos. Las producciones audiovisuales reproducen y resignifican las prácticas sociales, construyen subjetividades y apreciaciones sobre la realidad, por eso los programas infantiles son una ventana social para la niñez: comunican acerca de la relación con pares, la salud, el trabajo en equipo, la perspectiva de género, la convivencia con la naturaleza, entre otras cosas. En esto radica la importancia de que los ciclos destinados a este público respeten un criterio de calidad.
Por ende, hemos tomado en cuenta los criterios elaborados por distintos organismos internacionales y hemos armado una nueva guía de calidad para la programación infantil, que incorpore tres de los paradigmas más relevantes de la actualidad: los derechos de la niñez y la adolescencia, los de las mujeres y las diversidades y los de la naturaleza y los animales.
Sabemos que, al fin y al cabo, quienes eligen son las audiencias infantiles, pero podemos ofrecerles programas en los que se las cuide no solo desde la educación y el entretenimiento, sino también desde el respeto por los derechos.