Tras su publicación en 1924, para el público acostumbrado a la literatura criollista situada en el campo y sobre faenas campesinas, La Caverna de los Murciélagos fue una obra desconcertante, poco creíble, que torcía la lógica de la ficción. Este relato fantástico, la única novela de Pedro Sienna -quien principalmente escribía dramaturgia y poesía, además de su rol como actor y cineasta-, difumina los contornos de la realidad y, con humor, pretende derribar las certezas impuestas, además de los discursos tremendistas de un Chile inestable, que estaba a punto de caer en un golpe de Estado.
El narrador de la novela -también llamado Pedro Sienna— realiza un alegórico viaje hacia una caverna increíble. A través de sus encuentros con los Murciélagos que la habitan, explora el arte, a los artistas, sus obras y el pensamiento. Las tensiones políticas y los mecanismos de poder son parodiados por Momborotombo, jefe Supremo de los Murciélagos de Chile. Con una imaginación que desborda lo real y un sarcasmo que ilumina la oscuridad de la caverna, Sienna desarticula el realismo de su época anticipando lo realizado años después por Juan Emar.