Entre los estudios filosóficos contemporáneos muy pocos hacen referencia al fenómeno de la estética difusa como característica peculiar de la era posmoderna. Ello se debe a la pervivencia de una idea aún “moderna” de la estética, entendida en este caso como «filosofía del arte” o como «teoría del sentir”, la cual tiende a atribuir al sujeto la razón del cada vez más vivo interés hacia los aspectos formales, frente a los de contenido, de la realidad; de ahí que resulte difícil encontrar en la multitud de estudios filosóficos sobre estética investigaciones que consideren desde el punto de vista social, político y antropológico-cultural su alcance planetario, causado por la difusión de la técnica.
Precedida de una larga introducción sobre la «estética difusa», la que se difunde y además no es terminante ni fundamentalista, el autor aborda diversos temas con una perspectiva profundamente original, distante de los textos habituales sobre los objetos y su estética: la silla, la mesa, la puerta, la ventana y el velo. El trabajo del diseñador y el trabajo del tiempo, también el “trabajo” del consumo y del uso.