Primera: la personalidad, el cómo somos, no es un fenómeno estático, fijado para siempre de modo inamovible y forjado hasta una determinada edad a partir de la cual ya no hay variación posible. En absoluto. La personalidad posee ciertos componentes dinámicos, así que con el paso del tiempo y con las nuevas experiencias que vamos acumulando podemos modificar algunos de sus parámetros. Segunda: en nuestra manera de ser no sólo influyen las vivencias y las relaciones que tenemos con los demás; la biología, la genética y el organismo también tienen mucho que decir. La sociedad, el marco cultural y económico en el que vivimos, tampoco se queda corta en su influencia sobre la personalidad de cada cual. Así que, como ves, las razones por las cuales cada uno es como es no son sencillas ni simples, aunque te digan, por doquier y a todas horas, que lo fundamental son los genes.