No sé por qué sería, pero solo la zona de alrededor de la frutería quedaba extrañamente en penumbra. Era natural porque un lado hacía esquina con la oscura calle Nijō, pero lo que no estaba tan claro era por qué la casa de al lado, ya en la calle Teramachi, era igualmente oscura. Sin embargo, si no fuera por esa oscuridad, pienso que la frutería no me habría seducido de aquella forma.