El atropello de Chico B, un acontecimiento demasiado habitual en el entorno hostil donde transcurre la novela, es el detonante de un cambio en los dos protagonistas de esta historia: el narrador y el barrio. Esta dolorosa muerte avivará un recuerdo que el narrador creía tener sepultado y bajo control en lo más hondo de su memoria, y acelerará a la vez la transformación del barrio. En aras de ese dudoso espejismo de la prosperidad y el progreso (que rescató a algunos, pero que también arrolló a muchos), las calles, los negocios y las viviendas empezarán a cambiar, y con ellos los personajes que los frecuentan y habitan.
Narrada en primera persona, con un estilo directo y voluntariamente aséptico, La última vez que fue ayer tiene algo de crónica íntima de unos de esos barrios periféricos de nuestras ciudades, castigados por la miseria, el deterioro y la violencia. Pero es además la historia de unos jóvenes confundidos y olvidados que, entre trapicheos, obsesiones y sueños, intentan sobrevivir y ser felices. Y es también el emocionado retrato de unos cuantos personajes extraños que les proporcionan algo parecido a la ternura: un camello aficionado a los canarios, un chico obsesionado con el fuego o un chucho llamado Mazinger que vagabundea por el barrio.