El consumo no deja de ser una emoción. Las empresas y la publicidad aprovechan las emociones para llegar mejor a los consumidores e intentar vender más. El uso de las emociones muestra también aspectos positivos: hace mover la economía. Ante esto, lo mejor que puede hacer el consumidor es conocer sus emociones y saber cómo funcionan. Este libro explica desde la psicología social cómo podemos mejorar nuestras pautas de consumo y ayuda al consumidor a que adopte una actitud más responsable.