Prosista ágil, de frases cortas pero certeras y a veces demoledoras, y con fino sentido del humor, Alvarado prefirió ser fiel al principio de Pascal: “Mucho más bello es saber alguna cosa de todo, que saberlo todo de una cosa”. Con el paso de los años, su obra literaria se lee como un parteaguas en su obra periodística, ya que como narrador prefiere mantener a sus personajes inmersos en un realismo humano, más propio de la crónica periodística y el relato que de la ficción.