Adrian Healey nunca fue igual a los otros chicos. Para empezar, siempre sostuvo que «si nadie dice la verdad, las mentiras no son mentiras sino la norma, es decir, la verdad». Y mintió alegremente todos los años que pasó en un exclusivo colegio privado –donde su amor imposible era el deseado Hugo Cartwright–, siguió mintiendo cuando lo expulsaron del colegio y se movió por los bajos fondos como chapero y camello y sus mentiras se volvieron grandiosas cuando ingresó en Cambridge.
Y es que allí se reencontró con Hugo Cartwright, conoció a su futura esposa y topó con el insólito profesor Donald Trefusis, filólogo, políglota y admirador de Elvis Costello, que lo haría pasear por toda Europa en una frenética, laberíntica aventura de espionaje y asesinatos que ni siquiera Adrian hubiera podido concebir. ¿O quizá sí? Porque es el propio Adrian quien por fin nos desvela toda la verdad, y ya sabemos que en boca del mentiroso…