Porque, al fin y al cabo, la sexualidad humana es compleja y diversa y, en consecuencia, todos y cada uno de los hombres y las mujeres poseemos una sexualidad que casi siempre tiene algún elemento singular y diferenciado, e incluso exclusivo, sobre todo si, superando una concepción genitalista, somos capaces de vivir la sexualidad de una forma amplia