Una decisión del emperador romano Marco Aurelio (siglo ii a.C.) fue el germen de la crisis y caída del Imperio romano: el nombramiento como sucesor de su hijo Cómodo. ¿Pero qué hubiera sucedido si el gobierno hubiera recaído en el general Avidio Casio? ¿Y si, además, se hubiera prohibido el cristianismo? Este es el punto de partida utópico de la obra de Renouvier, Ucronía, que narra la escisión entre la zona oriental del Imperio, donde predominan la religión cristiana y una cultura de servidumbre, y la zona occidental, regida por un espíritu republicano que defiende la libertad de pensamiento, la pequeña propiedad y el trabajo, el florecimiento de las artes y las ciencias que impedirá la expansión del cristianismo, de modo que toda la historia de Occidente se desarrolla por cauces distintos a los que conocemos. De eso, precisamente, trata la ucronía, de imaginar desarrollos alternativos de la historia, de crear historias paralelas.