El músico oficinista ama el arte pero odia el esfuerzo físico. El principal triunfo del oficinista de raza consiste en haber conseguido un laburo de sentado: el músico oficinista intuye que hay algo más y por eso otea asustado en la pradera del arte; eso sí, le es muy preciada su conquista oficinista y reniega cuando tiene que levantar cosas.