Podría haber sido peor: una idea indignante, una idea falsa, porque lo que había sucedido era peor, peor que la seguridad, peor que un cuerpo inviolado. Entonces llegó el dolor en torrente, el dolor físico, como si de golpe hubiera subido la temperatura ambiente y por todo mi cuerpo se expandiera un calor seco. Me caían lágrimas de los ojos. Respirar hacía daño.